PROLOGO
Nueva York 1990 2 de la madrugada
Podía oír su respiración justo detrás de ella, siguiéndola, acechándola, da igual lo mucho que corriera, ella sabía que estaba ay. Podía sentir su aliento fétido y putrefacto a sus espaldas, lo había sentido incluso antes de salir del Rony´s el bar de alterne al que solía ir desde hacia unas semanas junto con sus compañeros.
La noche era su elemento, no estaría asustada de no ser por las cartas amenazantes que había recibido últimamente, sabia de quien eran y el porqué, sabía que no podría huir mucho tiempo más a su destino, mientras corría se dio cuenta de que no podía hacer nada si él quería atraparla da igual lo mucho que corriese el estaba conectado a ella y sabia que la encontraría. Lentamente fue frenando y girándose sobre sí misma, sabia como acabaría todo, sabía que de nada serbia sacar sus colmillos y luchar, sabía que era su fin.
- Al fin decidiste enfrentarte a tu destino y dejar de huir de mi – dijo alguien en las oscuras gargantas de la noche – sabias que de nada te serviría huir de mi, ¿verdad mi reina?
- Acaba de una vez – contesto ella, mientras levantaba la cabeza con orgullo y decisión.
- ¡No mi reina! Ahora os llevare con vuestro esposo, os está esperando fervientemente desde hace muchos años – se acerco a la luz mostrando sus colmillos y con una velocidad sobrehumana.
Por fin supo quién era el que le seguía, a quien había enviado para llevársela, grande, musculoso, iba ataviado con un pantalón vaquero, tan ajustado a su musculoso cuerpo como si fuera una segunda piel y una chupa de cuero dejando ver su pecho, el pelo del pecho se le rizaba en todas direcciones y era de un color tan oscuro como la misma noche al igual que sus ojos los cuales poco a poco iban adquiriendo el color típico de su raza un rojo intenso. Cerró los ojos esperando a que su captor llegara a ella oía sus pasos acercarse lentamente, supo exactamente en qué momento se encontraba enfrente de ella, solamente se arrepentía de una cosa de que jamás volvería a ver a su hija.
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